10/08/2013

Un cuento con moraleja sobre la clase de Tae Bo

No me gusta el deporte y nunca me gustó. Era la típica alumna a la que le iba bien en todas las materias, excepto en gimnasia. A los diecisiete años, cuando terminé el colegio, me enganché con el yoga y encontré una variante que me cerraba, precisamente, porque le descubrí un sentido filosófico al ejercicio físico.

Pero coincidió con que estaba en Puán y el marxismo  me enseñó—o, por lo menos, fue lo que yo entendí en ese momento— que esa filosofía medio religiosa que hablaba de chacras y reencarnaciones era opio para los pueblos. Con lo cual, luego de recibirme de instructora de yoga, nunca más lo practiqué.

Estuve varios años sin hacer nada hasta que reincidí con el pilates. Me gustaba, tenía una onda yogui, de movimientos lentos y precisos. Luego, volvieron unos años de no hacer nada. Y así el calendario avanza hasta hace dos meses atrás en donde empecé…Tae Bo. De los que me conocen, ¿cuántos imaginan que yo podría hacer una clase de Tae Bo?

Les voy a dar la imagen de lo que sucedió hoy a la tarde. Sonaba Shoot to thrill, la canción más pergolinesca de AC DC. Y el sonido de esa canción me súper motivó y empecé a dar piñas y patadas coreografeadas a su ritmo. Y era furia y felicidad que brotaban al mismo tiempo toda junta. Fue alucinante en colores.

¿Inimaginable, no? Yo, AC DC, patadas y disfrutar todo en una misma frase no parece real. ¿Debería preocuparme? ¿Algo extraño está pasando dentro de mí? Puede ser.

Lo único que sigue intacto es mi amor absoluto por Robert Downey Jr. (digo, me acordé por la canción). Lo amo por esa capacidad increíble que tiene de transformar su propia oscuridad en personajes cool y hacerse millonario con eso. Gracias, Robert, por la magia. Ah, y también lo amo porque, como dice una de mis frases preferidas del saber popular: “está más bueno que comer pollo con la mano”.

Pero ¡momento!, me olvidaba de la moraleja. Y es esta: a veces salirte de lo que pensás que sos, te causa mucha felicidad. Por ahí no te quedás ahí para siempre, no tiene por qué ser nada revelador, por ahí te sirve para divertirte un rato. Pero está bueno divertirse. Y después…bueno, después no sé lo que puede pasar.