7/01/2013

Rupturas amorosas (O “lo que hiciste en mí no tiene perdón”)



—Es terrible. Y no se hace cargo. Y no quiere juntarse a hablar. Y lo peor es que sé que no hay otra. Estoy segura de eso. Solo que no tiene los huevos para venir y dejarme. Si por lo menos hubiera otra, lo entendería o me ayudaría a sacármelo de la cabeza—me dice mi amiga.

—¿Te parece? No es tan terrible. Los muchachos nunca se caracterizaron por ser muy valientes a la hora de hablar. Take it easy—le digo y me acuerdo de la canción de Charly que dice: "lo que hiciste en mí, no tiene perdón".

—Claro para vos es fácil. Vos me lo decís porque estás en pareja— se enoja peor de lo previsto.

Uoo, uoo, uoo, uoo. Tranquila. Yo lo digo por tres motivos:
  1. Para calmarla.
  2. Porque no creo que la pareja sea ninguna panacea que ponga en un estado de felicidad que impida entender un desengaño amoroso.
  3. Porque todos hemos pasado por una separación y nadie que yo conozca ha muerto en el intento.
Sin embargo, me empiezo a dar cuenta de la graaaaan cantidad de gente que conozco que se está separando en estos días. Mucha. ¿Será la edad? Puede ser. También están todos los casos que deberían separarse y no lo hacen, pero esos dejemos que vivan en su limbo de fantasía.

De escuchar tantos relatos de distintos casos de gente que se separa tuve como una especie de pensamiento. Escuché de todo y a gente muy diferente entre sí y sobre casos también distintos: hombres, mujeres, con hijos, sin hijos, infieles, fieles, de relaciones largas, de relaciones cortas, de relaciones apasionadas, de relaciones frías. De tot.

Hubo algo que confieso me dio escalofrío, aunque suene Heide. Hace unos días tuve en mis manos un acta de divorcio. Nunca había visto una.¡Qué fuerte que me resultó!

Lo primero que se me cruzó por la cabeza es que la parte demandante, muchas veces en su vida, le habrá dicho a la parte demandada: “te amo”. Sé que suena ingenuo lo que digo, pero ver el fin del amor en lenguaje legal me pareció escalofriante. El famoso unheimlich de Freud estaba en ese escrito.

Pero, bueno, estábamos acá por otra cosa. No se preocupen demasiado tampoco: también conozco mucha gente que se enamora y se quiere y se van a vivir juntos y esas cosas. Pero vamos a eso que dije que se me dio por pensar.

Les decía, escuché toda clase de discursos con distintos tonos, de distintas procedencias, en distintas circunstancias. Sin embargo hay algo que los unifica a todos. ¿Saben qué?

Absolutamente todos hubieran preferido que las cosas hubieran sido diferentes a lo que les tocó. Es decir, si fue por una infidelidad, se indignan. Pero si no hay terceros, desean que los hayan, “para poder cortar de una vez”. ¿Demasiada pasión?, qué suerte que tienen los que son más calmos. Pero si fue muy racional, es un/a frío/a de mierda que no tiene sentimientos. Si hay hijos de por medio, es que lo voy a tener que ver toda la vida, dicen con pesadez. Si no hay hijos, ¿es que acaso no nos vamos a ver nunca más en la vida después de todo lo que nos quisimos?

El fin del amor es algo triste y debe ser por eso que siempre decimos “ojalá que hubiera sido de otra manera”.

Después el tiempo pasa y la etapa del bolero se acaba y uno/a se termina haciendo amigo/a de la persona en cuestión, o, directamente, le chupa un huevo y le desea felicidad y que le vaya muy bien. La mente humana es algo muy extraño.