Estaba sentada en un bar de Villa Crespo completando unas
planillas de un curso que estoy dando y como siempre me puse a escuchar las
conversaciones ajenas. No pasaron más de dos minutos cuando perdí todo el
interés en la tarea que estaba haciendo y me quedé capturada por esas dos
chicas de aspecto palermitano que tendrían más o menos mi edad.
Una le contaba a la otra que había cerrado el Tinder
porque se sentía vacía. Tengo miles de tipos para salir, pero sabés qué pasa?
Salimos, me llevan a lugares maravillosos, me pagan tragos, lo paso hermoso y
al otro día me siento vacía. No quiero eso para mi vida, no quiero estar a un
click de que pasen de mí.
La amiga (tal vez con ganas de salir con muchos señores
también, aunque esto es solo una conjetura personal) le decía que aprovechara,
que disfrutara de los buenos momentos, que hay minas que no salen con nadie.
Vos tenés todo el tiempo un tipo copado al lado, valoralo.
Sí, pero son reemplazables, ya no sé por cuál de todos
lloro.
Me pareció que se daban cuenta de que las estaba
escuchando, entonces fingí más concentración en mis papeles, mientras me tomaba
un trago de mi limonada con menta y jengibre.
Bueno, no te conté toda la verdad. Hay un último chico
Tinder. Bah, en realidad, hay cinco de los que tengo los teléfonos, los puedo
llamar y salir y coger pero no lo voy a hacer. Pero hay un último chico Tinder,
aunque no sé si contarte.
Dale, contame.
Por favor que le cuente, por favor que le cuente, rogaba
yo, ya más interesada que en un capítulo de Girls.
Empezó como uno más, hablando de lo mismo, esa sensación
de cortar y pegar, a todos le decís lo mismo y todos te dicen lo mismo. Hasta
que me plantea el uso que hace la gente de Tinder, como que las personas son
todas intercambiables. En el momento me hice la boluda, le cambié de tema, pero
después me quedé pensando. Fue como una intervención psicoanalítica lo que me dijo,
me revolucionó por dentro. Entonces empecé a entrar a Tinder y vi que el pibe
estaba todo el tiempo conectado. Supuse que eso que él criticaba era en
realidad lo que él hacía. Seguimos hablando y me dice que le gusta mucho Sun
Ra. Resulta que cuando yo tenía veinte años, hace un siglo ya, estaba en
Uruguay y me crucé con una especie de adivino por la calle. El adivino me
agarró de la mano y me tiró un par de cosas sobre mi personalidad imposibles de
creer. Y luego, me dijo que tenía que buscar al hombre que escuchara Sun Ra.
Yo, en ese momento, ni sabía qué era Sun Ra. Imaginate que en todo este tiempo
nunca fui conociendo flacos averiguando si les gustaba Sun Ra. De hecho, hasta
me había olvidado de eso. Me volví a acordar ahora, cuando el último chico
Tinder me dice que Sun Ra es su punto G. Porque lo dijo así, dijo que Sun Ra es
su punto G.
No te la puedo creer, que flash, le decía la amiga, que
se podría haber jugado con algún comentario un poco más sofisticado.
Yo, desde mi mesa, estuve a punto a pararme y de decirles,
perdonen, no pude evitar escuchar, quiero participar de esta conversación, pero
me contuve.
Es que no fue solo lo de Sun Ra. Fueron las cosas que
hablamos, lo desconcertante que me parece el pibe, me cuesta sacarle la ficha.
Me descoloca.
¿Y qué vas a hacer?
Voy a tratar de confiar. Voy a decirle la verdad. Voy a
eliminar todas las estrategias de conquista. Le voy a decir que me siento
vulnerable y que quiero que me parta la cabeza.
Pará, le dijo su amiga.
Sí, pará, pensé yo.
Andá con calma. Es muy flashera la historia, pero fijate,
date tiempo para conocerlo. Fijate qué va haciendo, cómo es.
Tengo mucho miedo.
No tengas miedo, andá conociéndolo con calma.
No puedo. Estoy quemada. Si es, que sea así, sin
estrategia, sin especular. Y si se asusta o no quiere, que no sea.
Acordate que los hombres nunca saben lo que quieren, que
son cagones, que hay que darles tiempo.
No quiero más pensar en el miedo de los hombres. Que sus
miedos los solucionen ellos. Ya le conté la historia de Sun Ra y no la podía
creer. Ya me expuse a decirle demasiadas cosas. En realidad, ya le dije que me
sentía vulnerable, sabés cómo le dije?, le dije que me sentía una nena en
camisón, imaginate yo decirle a un tipo una cosa así. También ya le dije que
quería que me parta la cabeza.
¿Y él?
Y él responde que está de acuerdo con lo que le digo, que
me olvide del miedo y me manda corazones.
La conversación siguió un rato más, pero se volvió
repetitiva. Hay una tendencia en las charlas femeninas que es volver a decir
una y otra vez lo mismo, como si al repetirlo las palabras se volvieran más
precisas. Lo decimos de vuelta como si así quedara más claro o como si así fijáramos el sentido que nosotras queremos que tengan las cosas.
Es imposible, ahora mientras escribo, no caer en todos
los prejuicios que nos impone la Realidad y la Razón: esa chica se está equivocando, esa chica quiere creer, el pibe
debe ser un loco inestable adicto al tinder que por momentos busca salir de esa
rueda y no puede y se pone a hacerle planteos a desconocidas. Si aumentamos la
dosis de lugares comunes podemos pensar que se trataba de esos falsos místicos
de Palermo que buscan un sentido en señales del más allá. ¿Alguien puede
encontrar al hombre de su vida en Tinder? Suena poco probable.
Como saben todos los que me conocen, yo creo que el amor
es algo que se construye día a día, con presencia, con conocer al otro. Desconfío
de esos fulgores mágicos que “parten la cabeza”. Como decía Oscar Wilde, la
diferencia entre un capricho y una pasión eterna es que el capricho suele durar
algo más. Sin embargo, hubo algo de esta historia que me atrapó y me dio ganas
de escribir y, no voy a mentirles, me dio ganas de que se haga realidad. Al
igual que versaba el poster de Fox Mulder: “I Want to Believe”.
Lo que más lamento es que nunca voy a saber cómo terminó.
Pensé en escribir un cuento, pero no lo hice porque no sabía qué final ponerle.
Si hago que la muchacha tenga un encuentro feliz con su hombre Sun Ra, sería un
cuento de hadas. Si hago que el hombre Sun Ra de repente le deje de hablar sin
explicación y se transforme en uno más de los reemplazables, sería una historia
muy triste. Tiene que haber otra resolución posible que en este momento no se me
está ocurriendo. Prometo que lo voy a buscar y si encuentro un final alternativo a
esos dos, escribo la historia.
Hola,encuentres o no ese final alternativo la historia es muy linda
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