1/26/2012

Moda posmoderna

“Los diseñadores de indumentaria no leen, por eso no hay moda posmoderna.” Con ese chiste empezó su conferencia Glenn Adamson, titulada: “Shell Game: Post-Modern Fashion”, esta tarde en CaixaFòrum. Lo que no aclaró es que tampoco toman notas de las charlas a las que asisten. Yo, que fui con mi lapicera y cuadernito de rigor, para anotar todas las cosas interesantes que dijera, me encontré, de repente, en plena oscuridad y apenas pude escribir de memoria, es decir, sin ver lo que estaba poniendo, nombres, links y algún dato suelto.
Por eso, gracias a mi mala memoria y a la falta de luz como para apuntar algo coherente y que sirviera de algo, comparto, a modo de collage (para estar a tono con los conceptos principales) algunas imágenes y videos que mostró, y los reto a que imaginen, a tientas, todo lo que fue diciendo.
















Inauguro nuevo blog

El 3 de diciembre de 2011 se me ocurrió un proyecto: Literatura con banda de sonido. La idea es escribir un texto que pueda leerse en el tiempo que dura una canción. La relación texto-canción la elige el autor. Así surgió este blog. Hoy lo inauguro con textos de:
Inés Acevedo
Tomás Sanchez Bellocchio
Florencia Castellano
Juan Terranova
y uno mío
Lo iré actualizando periódicamente con textos de los mismos u otros autores.
Espero que les guste!

Conozco la canción

1/16/2012

Estoy contenta porque voy a ser parte de Orsai

El 2012 empezó con emociones fuertes. Muchas y de golpe (para negar que la vida es aburrida). Tantas que, atragantada, en este preciso momento, tengo como una especie de “ataque” al nervio ciático. (No sé de enfermedades, me enfermo muy poco, pero es eso, algo ahí que me pinza en el medio de la cintura, cuando hago determinados movimientos.)

Hay varias que, todavía, no puedo contar, pero hay una que ya sí puedo decirla. Van a publicar en Orsai una crónica que escribí que se llama “Los secretos que descubrí sobre el amor mirando comedias románticas”. Estoy feliz, en varios aspectos, por la noticia, pero voy a tratar de resumir mi alegría en tres puntos claros y concisos.

1) Me encanta el proyecto Orsai. Estoy de acuerdo al cien por cien con la ideología que hay detrás de la revista, con la forma en que emprendieron el proyecto, con la manera que tienen de entender la publicación y difusión de la cultura. Encima, tanto el editor responsable como el jefe de redacción son buena gente y súper copados, ¿qué más se puede pedir?

2) Me encantan muchos de los autores que participan en Orsai. Y, en ese sentido, me enorgullece estar ahí.

3) Me encanta el texto que me van a publicar. No se confundan: no estoy hablando bien de mí. Lo que digo es que esta historia que escribí me hace disfrutar cuando la leo. Además la quiero, le tengo cariño. Y eso está bueno (por más que sepa que voy a seguir escribiendo cosas que no me gusten, etc.). Es como cuando estás enamorado: ¿qué vas a hacer? ¿vas a decir que no lo estás solo por miedo a que el amor se termine? No, mejor pasarla bien en los buenos momentos.

Podría agregar una cuarta y decir que Orsai, en el presente, es, quizás, la revista literaria más grrrrosa (así, con muchas erres) que existe en español. Pero eso puede cambiar en cualquier instante. Yo deseo que no cambie, por supuesto. Aunque cada vez estoy más convencida de que el éxito y el fracaso son circunstancias temibles (igual, prefiero que mis amigos y yo triunfemos, insisto), y que lo único que vale la pena está en perseverar, creer y tener confianza. Todo lo demás es eso: todo lo demás.

1/01/2012

Soy mala para los comienzos

Soy maravillosa una vez que las cosas están establecidas. Una de las mejores: mágica, leal, tranquila. Pero soy mala para los comienzos. Hago un repaso mental por las diferentes áreas en las que esta frase puede ser aplicable y me doy cuenta de que se ajusta a todas las que se me ocurren. Creo que esto se debe a tres defectos que me acompañan desde hace años: ansiedad, pereza, indecisión. Vamos por partes.

Soy ansiosa: quiero saberlo ya. ¿Te gusto o no te gusto? ¿Voy a adelgazar o me estoy cagando de hambre al pedo? ¿Estoy escribiendo una obra maestra o un texto mediocre? Hace unos años, un amigo me dijo que mato la planta antes de que germine. Y tenía razón. Una vez que germina, la cosa cambia. El problema es la incertidumbre. Mirar la tierrita y ver si aparece algo o nada, y, si sale, qué forma tendrá. Decimelo ya: va a funcionar o no. Eso no quiere decir que si me dicen que va a fracasar no me embarque en la tarea. De hecho, si es que estoy convencida, es probable que lo haga igual, pero me encantaría hacerlo conociendo el resultado. La necesidad (¿obsesiva?) de saber hacia dónde voy (¿tenerlo bajo control?). Sí, ya sé, es imposible. No me lo digan porque ya lo sé.

Soy perezosa: me cuesta empezar. Si fuera posible, me gustaría pasar directamente al “ya estar haciendo” sin tener que “comenzar a hacerlo”. Por ejemplo, cada día que salgo de mi casa para ir a trabajar, pienso: pagaría por no ir. Una vez que ya estoy en el trabajo, me olvido de esa idea e, incluso, disfruto. A veces creo que el problema es “pensar en empezar”. El secreto del comienzo es no pensarlo. Y, de acá, vamos directo al tercer punto.

Soy indecisa: me encanta la aprobación de los otros (del Otro, en la versión psicoanalítica). Negarlo a esta altura de la vida sería ridículo. Podría quedar bien y decir que lo importante es tener confianza en uno mismo, que siempre hay gente que te quiere y gente que te odia y todas esas cosas bonitas y altruistas que son verdaderas, pero no tan fáciles de llevar a la práctica. Además creo que todos queremos gustarles a los demás y, de hecho, es una conducta que demuestra sanidad mental. El error estaría en cambiar una actitud que creemos correcta solo por buscar esa aprobación. Es decir, hacer algo con lo que no estamos de acuerdo para gustar. Por suerte, nunca llegué a eso. Mi problema es otro. ¿Qué elegir, de la gran vastedad de defectos y virtudes que todos tenemos, para mostrar al principio? Es verdad, lo primero que uno piensa es: lo bueno. Gran equivocación. Tarde o temprano lo malo también aparecerá, así que mejor encontrar un equilibrio lo más genuino posible. Si durante tres meses le llevás el desayuno a la cama a alguien, el día que no lo hagas te lo va a reclamar. Si cuando comenzás un trabajo, siempre estás disponible para resolver los problemas que surgen, la primera vez que digas que no, te van a preguntar qué te pasa. Si cada vez que un amigo necesita ayuda, se la das… bueno, eso, ya entendieron lo que quiero decir. La gente se acostumbra. El comienzo tiene que ser atractivo, pero lo suficientemente auténtico para poder sostenerlo en el tiempo.

Cuando un editor o un agente literario reciben un manuscrito leen la primera página. Las primeras líneas demuestran si ese texto merece ser leído. La suerte de pasar a una segunda instancia (la de avanzar en la lectura) se juega en el comienzo del texto. Eso es lo que escuché decir, en los últimos meses, a, precisamente, editores y agentes literarios. Una ventaja que tiene la literatura es que las primeras frases, en general, son el resultado de varias correcciones del texto. Suponen premeditación y alevosía. La vida no goza de ese privilegio. Me doy cuenta, mientras escribo esto, que descubrí, hoy, en el principio del año, un nuevo motivo por el cual me dedico a la literatura.