1) Al verla, es inevitable no pensar en Eterno resplandor de
una mente sin recuerdos, que cuenta casi lo mismo pero mucho mejor.
2) Paul Dano se come la película. Este muchacho es,
simplemente, excelente.
3) Me aburre un poco que siempre el neurótico con problemitas
para relacionarse sea un escritor. Es verdad, hay muchos escritores neuróticos
con problemitas para relacionarse, pero no creo que sea excluyente de la
profesión. Por otro lado, parte de lo que plantea la película –el amor como una
tensión entre el deseo de quiero que seas como quiero y quiero que no seas como
quiero- es aplicable a cualquier persona enamorada, sea escritor, ingeniero,
gestor o empleado bancario. Tal vez, la única diferencia es que el escritor,
por ser una persona que se dedica a observar a la gente y a reflexionar sobre
las relaciones humanas y los sentimientos, tiene algo más de registro sobre
eso, lo cual tampoco garantiza nada (a lo sumo es un poco más consciente y bastante más infeliz).
Dicho esto, obviamente la disfruté y me gustó, aunque, como
ya me habían advertido mis amigos por facebook, había que bajar las
expectativas para verla. Y tenían razón.
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