1/20/2011

Barcelona

Hace meses, Juan Sklar me reveló, entre otras grandes y sabias verdades sobre la vida, que el levante en el extranjero es tan excitante por tres motivos:
1) como no local, sumás como mínimo dos puntos (es decir, sos más atractivo/a por "exótico/a")
2) como estás de viaje tenés una energía especial, sin preocupaciones, ni complicaciones y eso también te suma
3) al ser un mundo desconocido, te cuesta más sacarle la ficha a tu partenaire y puede volverse atractivo alguien al que, en tu tierra, no le hablarías por más de cinco minutos (este sería como el punto uno pero a la inversa)

De alguna forma esto último es extensivo a los programas de televisión, las bandas de música, los lugares para salir. Y cuando alguien es tan prejuicioso como yo la cosa se complica. En principio porque me cuesta mucho encontrar un marco de referencia. Estoy enamorada de Barcelona con uno de esos amores a los que no podés explicar, o, mejor dicho, con uno de esos amores a los que le podés dar muchas razones pero te das cuenta de que se trata de una racionalización mentirosa o incompleta. Y no se trata de estar de vacaciones, ni de joda. De hecho estoy muy enferma, triste y viviendo una historia que se volvió melodramática muy a mi pesar. Ojo, es verdad que puedo nombrar muchas cosas buenas, pero insisto, las razones, tanto las buenas como las malas, no alcanzan.

El punto es que perdí absoluta objetividad. Como le decía el otro día al responsable de mi gripe cuando me explicaba algo sobre un edificio: me podés hablar de ese palo de luz o de ese tacho de basura que te voy a decir como una tarada, ¡qué lindo! (Además estoy cursi como nunca: pensando grandes verdades sobre la vida, hablando de dejarse llevar por la felicidad y ese tipo de ridiculeces, me falta citar a El principito o cosas por el estilo y ya estamos. Pero ese es otro capítulo)

Igual, me dan ganas de entender (es más fuerte que yo, no me puedo entregar sólo a disfrutar, tengo que entender también, me odio) y entonces utilizo de forma inevitable lo que aparece siempre en estos casos: la comparación. De esta forma, empiezo a sospechar que el Heliogabal (creo que está en Gracia, si mal no recuerdo) es un localcito muy palermitano, por ejemplo. Por el tipo de ropa, la forma del marco de los anteojos, la postura de la gente, el tipo de recitales (acá: conciertos). O a suponer que Muchachada Nui (del que recomiendo altamente la sección: Mundo Viejuno) es una especie de Cha Cha Cha o Peter Capusoto y sus videos. Con las bandas se complica, porque encima tenés las que cantan en catalán y al no conocer el lugar en el que tocan, ni las otras bandas es más difícil. Quiero decir, incluso cuando en Buenos Aires no conozco una banda alcanza con que me digan que tocó en Niceto o en el Festipulenta o con Pablo Dacal o con El mató a un policía motorizado para que me dé una idea. Ojo, después la escucho, juro que la escucho, no soy todo prejuicio, pero es un marco de referencia que te permite ubicar las cosas en tu cabeza.

Entonces ahí entra en juego el rol fundamental de los locales. Porque te van explicando. El punto es, ¿y a los locales quién te los explica? En Buenos Aires si me habla de literatura un egresado de Puán o uno del Salvador o uno que es fanático de Pauls y Kohan o de Guillermo Martínez, rápidamente puedo hacerme un mapa mental de lo que me está diciendo. Incluso, si esa misma gente me habla de política o de cine, más o menos intuyo lo que me va a decir. (Sí, sí, ya sé, todas las personas son únicas e irrepetibles y todas esas cosas románticas y lindas, pero ustedes me entienden lo que quiero decir) En Buenos Aires, en diciembre conocí a un psicoanalista que al día siguiente me dijo: "es increíble cómo me conocés", por un par de cosas que yo había dicho sobre él. A lo que respondí con una sonrisa seductora, por supuesto. No le iba a empezar a decir todo esto, pobre hombre.

Es increíble cómo miramos, cómo escuchamos, cómo leemos con un marco de referencia. Sé que no revelo nada nuevo, pero no deja de ser muy fuerte experimentarlo. Y eso que no estoy en una civilización desconocida y estamos en la era de la globalización y todas esas cosas que ya sabemos. Ni estoy hablando de Medio Oriente. Igual, esa cosa entre parecida y diferente creo que la vuelve más difícil de entender. Ya sé que algunos me van a decir que disfrute sin analizarlo. A lo que yo les tengo que responder: vamos, ¿todavía no me conocen?

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