5/04/2013

Mark Zuckerberg nos volvió adolescentes tardíos a todos



Estoy preparando un curso sobre adaptaciones cinematográficas.  Por eso volví a ver The social network, una película que había visto con mi amigo Lucas en el Cinemark de Palermo creo que el mismo día que se estrenó en Argentina. Recordaba algunas cosas: el diálogo del principio, el supuesto despecho de Mark y las entradas de su blog, los gemelos remadores, la traición, la canción final de los Beatles.

Volver a ver la película me llevó a la misma conclusión de siempre: Mark nos volvió adolescentes tardíos a todos. Ya no hablo de mí, que soy bastante inmadura, sino de gente grande y seria que va mostrando sus fotos, sus sentimientos y su intimidad a través de las redes sociales.

Una amiga el otro día me contó que se metió en el correo de su novio-no novio (primera digresión: esto de las relaciones modernas es muy complejo para definir quiénes son las personas). Yo le dije: ¡nunca hagas eso!, pero era tarde porque ya lo había hecho. (segunda digresión: si ustedes supieran la cantidad de gente que a mí me ha contado que se metió en la intimidad virtual de otra persona, no lo creerían) Bueno, la cuestión es que le miró los mails. Ella dice que no buscaba nada de otras mujeres porque no tiene dudas sobre eso, sino que buscaba algo para poder entenderlo porque no lo entiende. Yo le dije que por qué no le hablaba y ella me dijo que le habla, pero que es él el que no habla, el que no cuenta qué le pasa. ¿Qué descubrió? Que el pibe borra sus mails. Me dice: tiene mails de todo el mundo, amigos, trabajo, familia, solo borra las publicidades y mis mails. No tiene espacio para mí, ni siquiera en su correo. 

Pocos días antes un amigo me había contando que llevaba una semana sin entrar a internet. Ni siquiera los mails. ¡¿Ni siquiera los mails?! Sí, ni siquiera los mails. Y que estaba feliz escribiendo a mano con cuaderno y lapicera. Me dice: me di cuenta de que estaba pendiente de cuánto tardaba una persona en responderme, porque si la veía conectada sabía que ya lo había leído o si era mensaje de FB me aparecía como “visto”. Mi ego se empezó a medir por la cantidad de “me gusta” que me ponían. Necesitaba un tiempo de abstinencia.

Demonizar FB tiene algo parecido a aquella época en que estaba tan de moda decir que Micky Mouse y el Pato Donald eran los máximos representantes del capitalismo salvaje e inculcaban esa ideología a los niños. Es decir, tiene algo de verdad y algo que, si se limita a un análisis simplón, suena medio pelotudo.

Zuckerberg, como Dios, nos hizo a su imagen y semejanza. 

Para seguir charlando sobre el tema, nos vemos en FB.

1 comentario:

  1. qué gran película red social! para mi la conclusión de la peli es que toda invención, no importa cuan novedosa sea, no hace más que explotar nuestras necesidades como personas y especie . Por otro lado, que feo que todo el tipo de cosas que volcamos sobre facebook quede en algún registro y que alguien lo pueda volver a ver, no sé, dentro de 30 años....

    PD: volvé, Melania.

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