2/01/2011

El mar

Hace unos años escribí un cuento que se llama “Vacaciones” y que, básicamente, cuenta, en clave humorística, esas vacaciones que solía pasar (hasta el año pasado) con mi expareja y su familia. El asado, el amontonamiento, las advertencias de las señoras mayores sobre meterse en el mar cuando llueve, jugar a la paleta, irse a caminar por la orilla, sacarse fotos ridículas, mirar esos muñequitos que cambian de color para ver si al día siguiente va a llover. Eso, más o menos, hice yo durante los últimos nueve veranos de mi vida. En el cuento está todo cambiado, como siempre.

Hoy a la tarde me acordaba de un falso diálogo (digo falso porque nunca existió en la realidad) en donde la pareja del cuento habla sobre el mar. En realidad, ella le pregunta por qué se hacen metáforas con el mar, como si el mar significara siempre otra cosa y no fuera el mar mismo. Los diálogos de la pareja de mi cuento son así, un poco tontos, un poco sin sentido. Hablan de las ranas y de los postres con dulce de leche que deberían haber comprado y no compraron y después la familia se los reclama.

Pero, bueno, hoy estoy sentada frente al Mediterráneo, no con malla, sino con campera y bufanda. Y hay un sol de invierno hermoso. Y otra vez me pasa lo de octubre: que me siento frente al Mediterráneo y, de repente, puf! me explota una felicidad interna incontrolable. Y digo, la puta madre, no es una serie de Matthew Weiner , no es una película de Michael Arndt, no es una canción de David Bowie , no es un hombre hermoso (y catalán)…ni siquiera es un mar especial, ¡es el Mediterráneo! Digo, no se caracteriza por ser el más lindo, ni nada de eso.

Entonces, estoy sentada frente al Mediterráneo, inmóvil, al sol, y entrecierro los ojos y veo, por el reflejo, como unas estrellitas en el mar. Y cada vez me siento más feliz. Y digo: chau, me perdimos, no puedo ser tan pelotuda, no puedo estar mirando el reflejo del sol en el mar y sentirme plena. Inyéctenme intravenoso un poco de cinismo, ya! Dios mío, ahora voy a empezar a hablar de las cosas simples de la vida??!!! Y a encontrar señales en la naturaleza??!!! Puedo soportar cualquier cosa de mí, menos eso.

Pero la verdad es que estoy mirando las estrellitas que se forman cuando entrecerrás los ojos y mirás el reflejo del sol en el mar y me siento maravillada y plena. Entonces me pregunto: ¿qué significa este mar? ¿Qué significa el Mediterráneo? Y es ahí donde me acuerdo de mi cuento y de mi protagonista femenina que se pregunta por qué la gente siempre hace metáforas con el mar, cuando el mar, tal vez, sólo signifique eso, el mar. Y, en el cuento, él, al final, le decía (una respuesta falsa también, quiero decir, una vez más, algo que nunca sucedió en la realidad): “Aunque te resistas el mar siempre significa otra cosa”. Y no sé a cuál de los dos de mis personajes creerle.

Bueno, tampoco es muy bueno el cuento. Así que, por ahí, mejor, a ninguno.

2 comentarios:

  1. el mar. preguntale a antoine doinel sino. el mar antoine, el mar.

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  2. Totalmente, el mar nunca es el mar. Todo está en el mar. Los lagos, los ríos, no, nada hay como la sal abierta.

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